Sabiendo que muchos de nuestros lectores son ávidos usuarios de Linux, o incluso de Windows, quizás conozcan características similares a las que aquí vamos a describir en sus respectivos entornos. Pero he de aclarar que para muchos usuarios de Mac, este lavado de cara ha venido como “agua de mayo”, habida cuenta de que Snow Leopard no supuso un salto visual con respecto a Leopard (Mac OS X 10.5) sino un cambio en la ejecución interna de las instrucciones del procesador (de 32 a 64 bits reales).
Pero, sin complicarnos demasiado en la enumeración de las novedades, ¿cómo podríamos resumir el desarrollo Lion? Es muy sencillo: la fusión entre Mac OS e iOS. Es decir, no podemos negar que la empresa de la manzana ha adquirido una incalculable experiencia en el desarrollo de sistemas operativos móviles en los años recientes, tanto con el iPhone como con el iPad. Plataformas que requerían soluciones diferentes, originales, basadas en el uso de nuestros dedos para interactuar con el sistema.
Fruto de todos estos años es una nueva concepción de los entornos de trabajo digitales, donde prima el uso de los dedos sobre el ratón, y las pantallas limpias sin apenas elementos de distracción como puede ser la barra lateral en las ventanas. Una vez sentadas estas bases, estamos en condiciones de acercarnos más detenidamente a la nueva criatura salida de Cupertino.
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